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Cuba: Apenas $52 millones en exportaciones en 2024

El régimen cubano ha tocado fondo en su capacidad productiva y exportadora, según revelan las últimas cifras oficiales del Ministerio de Industrias (MINDUS).

Con apenas 52 millones de dólares en exportaciones, el sector industrial de la isla confirma el fracaso estrepitoso de un modelo económico agotado que se niega a abandonar sus dogmas ideológicos.

Los números son devastadores: de 222 productos industriales planificados, 161 no alcanzaron los niveles previstos. Esta debacle productiva ha provocado el cierre de fábricas y un desabastecimiento crítico que golpea directamente a la población cubana. De los 140 productos considerados «clave» para la economía, apenas 58 lograron cumplir con las metas establecidas, mientras que 82 quedaron por debajo de lo planificado.

Durante una reunión presidida por Miguel Díaz-Canel y Manuel Marrero Cruz, el ministro de Industrias, Eloy Álvarez Martínez, intentó justificar el desastre con la retórica habitual sobre «medidas para fortalecer la empresa estatal socialista». Sin embargo, sus propias palabras revelaron la contradicción fundamental del sistema: las empresas estatales son incapaces de aprovechar incluso las limitadas facultades que se les han otorgado.

La realidad desmiente el triunfalismo oficial. El fracaso en las exportaciones no es un problema coyuntural sino el síntoma de una crisis estructural profunda. La obsesión por mantener el control estatal sobre la producción, la asfixia del sector privado y la resistencia a implementar reformas verdaderas han convertido a Cuba en un páramo industrial.

Este colapso productivo crea un círculo vicioso: la falta de exportaciones genera escasez de divisas, lo que impide la compra de insumos básicos, paralizando aún más la producción y profundizando el desabastecimiento. Mientras tanto, el régimen sigue apostando por «soluciones propias» que han demostrado su ineficacia durante décadas.

El contraste entre la retórica oficial y la realidad económica no podría ser más dramático. Mientras promete «incrementar las exportaciones», los números revelan una industria en ruinas. Mientras busca «atraer inversión extranjera», el modelo económico ahuyenta cualquier posibilidad de desarrollo sostenible.

Esta crisis industrial es el resultado directo de sacrificar la eficiencia en el altar del Socialismo. La población cubana paga el precio de este experimento fallido con escasez, inflación y un deterioro constante de su calidad de vida.

El régimen puede seguir culpando a las sanciones internacionales, pero la realidad es que el principal obstáculo para el desarrollo de Cuba eea el régimen mismo, anclado en dogmas que el mundo abandonó hace décadas.

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