
Menos de tres años después de su reapertura con bombos y platillos, la estación de ferrocarriles de Cienfuegos ha vuelto a cerrar, esta vez por peligro de derrumbe.
La noticia, confirmada por el medio oficialista Cinco de Septiembre, causó indignación entre los cienfuegueros, quienes ven en este episodio una prueba más de la ineficiencia en la gestión de recursos y la fragilidad de las obras públicas en la isla.
“Como si su existencia estuviera ligada a un bucle de tiempo signado solo por imperfecciones, la estación de ferrocarriles de Cienfuegos vuelve a la palestra, y efectivamente, otra vez de manera muy desfavorable”, indicó en Facebook el diario cienfueguero.
Un cartel de “Prohibido el paso, posible derrumbe” pegado en la fachada del inmueble es, según el medio oficialista, “una muestra chocante para quienes vieron aquel primero de noviembre de 2021 cómo abrían con aplausos y sonrisas las puertas del edificio, cuya restauración estuvo contemplada entre las obras por el bicentenario de la ciudad”.
La estación ferroviaria, de gran valor patrimonial y cuya construcción data de 1913, había sido objeto de una reparación capital que costó más de 5,3 millones de pesos.
Acorde a Cinco de Septiembre, la remodelación incluyó la sustitución de la cubierta de tejas, carpintería, pisos, andenes y taquillas, además del remozamiento de los baños y la colocación de nuevos bancos metálicos en la sala de espera.
Sin embargo, menos de tres años después, al parecer la estructura presenta fallas graves que han obligado a su clausura. En las redes sociales, muchos se preguntan cómo es posible que una restauración tan reciente no haya garantizado la seguridad estructural del inmueble.
«Lo sabíamos. Lo hicieron para la foto, para la reinauguración con aplausos. Después, lo de siempre», comentó un residente en la ciudad.
En noviembre de 2021, la reapertura de la terminal fue celebrada con la presencia de las máximas autoridades provinciales, entre ellas la primera secretaria del Partido en Cienfuegos, Marydé Fernández López –destituida en febrero de 2024 sin que se hiciesen públicos los motivos-, y el gobernador Alexandre Corona Quintero, quien renunciaba a su cargo dos meses después por «errores cometidos».
En aquel momento, los funcionarios insistieron en la importancia del mantenimiento de la instalación y en la necesidad de brindar un servicio ferroviario de calidad. Hoy, la realidad golpea con ironía: la terminal que debía perdurar, apenas resistió unos pocos años.
Este caso no es aislado en Cuba. La recurrente falta de durabilidad en las obras públicas pone en entredicho la calidad de las remodelaciones realizadas en el país.
La Estación Central de Trenes en La Habana, reabierta en julio de 2022 tras una costosa restauración, presenta un peligroso deterioro en sus estructuras metálicas, con corrosión avanzada que amenaza su estabilidad.
En Ciego de Ávila, una rotonda construida con motivo del aniversario 64 del triunfo de la Revolución requirió múltiples reparaciones en menos de un año debido a defectos estructurales.
El Túnel de la Bahía de La Habana, a pesar de múltiples trabajos de reparación, al cabo de poco tiempo termina presentando filtraciones que afectan su operatividad y seguridad.
Estos ejemplos reflejan una tendencia preocupante en la gestión de obras públicas en Cuba, donde las inversiones en remodelaciones no siempre se traducen en mejoras duraderas.
La recurrencia de fallas estructurales y la necesidad de reparaciones constantes sugieren deficiencias en la planificación, ejecución y mantenimiento de estas obras, afectando la calidad de vida de los ciudadanos y la eficiencia de los servicios públicos.
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