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: Magazine AM:PM – Danay Suárez es uno de los personajes más enigmáticos de la música cubana. Salió de la cantera del rap, de aquellos días en que Los Aldeanos y Papá Humbertico desde Real 70 y le gritaban a la sociedad cubana que el rap es guerra con una agresividad nunca antes vista en el discurso del género. Pero en algún punto, el trabajo de Danay trascendió al rap. Su obra está marcada por ese característico fraseo melódico, un tanto monótono, que se desliza lo mismo sobre los beats del hip hop que sobre las armonías de un piano. De Danay, biografía sintética y discos aparte, poco se sabe en Cuba.A pesar de que los proyectos Havana Cultura de la marca Havana Club la catapultaron a un pronto reconocimiento fuera de Cuba, nunca ha hecho propiamente una carrera en solitario en la Isla, si descontamos aquel concierto el 21 de septiembre de 2012 en Casa de las Américas. Luego haría algunos (en F.A.C., en otros espacios), pero formalmente hablando, el concierto que ofrecerá en la clausura del Festival Havana World Music el 21 de marzo puede considerarse su debut como solista en un escenario multitudinario en el país. Por eso le pedimos que enseñara sus cartas, que nos contara su historia, pero sobre todo que nos mostrara los detalles del mecanismo de su arte. Cuando Danay habla, sus palabras se parecen a sus canciones: son un fluir de su conciencia; no hay un orden claro a veces, se detiene en detalles confusos, pero aun así la fotografía mental que logra es muy efectiva. Hay un orden en su caos, y me pareció justo respetarlo.
Creciste en el Cerro y luego te mudaste a Santa Fe. ¿Qué te aportó, como artista y como persona, cada uno de estos barrios?
Mi vida empezó en el Cerro, en un edificio apuntalado y en peligro de derrumbe. Por esa circunstancia de vivienda siempre estaba pensando que tenía que hacer algo para salir de ahí, proyectarme un futuro. Por entonces lo único que yo tenía eran mis canciones, que grababa en los Estudios Real 70, más allá de Guanabacoa. Fuera de eso no tenía ninguna oportunidad en la música, no conocía a nadie vinculado a ella. También sabía que mi temperamento no tenía nada que ver con las orquestas de música popular. Yo sentía que era una artista, pero no encontraba un lugar para mí. Aunque era artista y tenía una obra, esa obra estaba en un no lugar. Mientras, seguía viviendo en esas circunstancias en El Cerro, sin poder generar ningún ingreso, sin poder vivir de la música.
Aunque la vida estaba ahí todo el tiempo en peligro de derrumbe, siempre tuve claro que lo que no se podía derrumbar era el interior de uno, mis principios, que no podía prostituirme para lograr un trabajo.
Llegué a Santa Fe cuando ya tenía hecha una vida como artista internacional. Al principio el silencio de Santa Fe fue un poco perturbador porque, viviendo en la Calzada de El Cerro, estaba acostumbrada a otra efervescencia.
La vida en El Cerro afectó mucho mi manera de hablar y de expresar mis canciones. Si te das cuenta mis primeros discos son muy tajantes, muy directos. Ya los posteriores van buscando otra poesía. El silencio y la vida tranquila de Santa Fe no influyó tanto en mi creación artística; cuando me mudé para allá estaba poco tiempo en mi casa, pues viajaba mucho . Pero en esos momentos de silencio escribí una de las canciones más importantes de mi carrera: Yo aprendí, escrita en Santa Fe, a diferencia de casi todos los temas del disco Polvo de la humedad, que nacieron en El Cerro.
Decías que no sentías una empatía con agrupaciones de la música popular bailable. ¿Cómo encuentras el hip hop y descubres que por ahí puedes comenzar a adentrarte en la música? ¿Es por los amigos o llega de manera natural? ¿Qué llega primero, los amigos del hip hop o el hip hop y luego tus amigos?
Primero llegan los amigos del hip hop. Cuando vi que construían sus canciones, que aunque no tuvieran empresa y todos esos términos legales que necesita un artista en Cuba para llamarse profesional, igual trabajaban, sentí que podía ser una posible puerta para mí. ¿Qué me pasaba con los otros géneros de música popular? Que no los entendía en mi persona; yo crecí escuchando emisoras de radio cubanas que, en ese momento, difundían más el bolero, lo tradicional, y eso me influyó mucho. Desde los inicios tuve la ilusión —y más al ver a los artistas del Buena Vista Social Club— de ser ese tipo de cantante, aunque llevándolo a mi estilo. Pero no tenía una opción para cantar como profesional, ni empresa, ni títulos de música, no tenía lugares donde desarrollarme así, y obviamente en una peña de rap no podía ponerme a cantar un bolero, pero tampoco tenía que llevar papeles, solo necesitaba talento y actitud.
Llegué a la peña de rap por los amigos. Descubrí que tenía talento para cantar, pero no sabía hacer rap, realmente aprender a rapear fue muy difícil para mí. Cuando comienzo a dominarlo, a entenderlo y procesarlo, empiezo a desarrollar un estilo personal, porque yo no era ruda como un varón, ni tampoco suave como una cantante de R&B, no era muy dulce.
Yo era un producto del hip hop cubano, me gustaba cantar y hacer melodías, y me sentía influenciada un poco por el jazz y la música tradicional cubana que escuchaba. Sabía que no quería sonar como los Orishas, en el sentido de hacer una fusión de lo tradicional con el rap; tampoco quería sonar como Erykah Badu y Lauryn Hill —aunque me han comparado muchísimo con ellas—; sabía que no quería sonar como un hombre, que no era una artista exclusivamente de rap, pero sí una artista que podía hacer rap y hacerlo bien.
¿En ese camino, sientes que has encontrado tu espacio?
Primero, quería ser muy conocida. Creo que todos los artistas queremos serlo, pero ahora, después de haber encontrado un propósito, quiero ser conocida, pero no para mi ego, quiero serlo porque como miembro de esta sociedad me doy cuenta de que la gente está haciendo mala música y está sacando lo peor de su corazón hacia los demás.
Quiero hacer una música que pueda servir al ser humano todo el tiempo, que no va específicamente a criticar a un sistema político —porque ni siquiera lo entiendo y al final tengo que someterme, todos los ciudadanos tenemos que someternos al sistema en el que estemos. No va enfocado tampoco a la religión; aunque busco hablar desde lo espiritual, porque he evolucionado.
En esta etapa de madurez quiero cantar boleros, pero es que ahora lo que el mundo quiere escuchar es música urbana, y hay muchos jóvenes que se están perdiendo escuchando a estos artistas que solamente hablan de sexo, dinero, drogas y de sí mismos, vanagloriándose. Y entiendo que no es mi momento de hacer un disco de boleros; tengo un conocimiento de cómo funciona el género urbano y puedo sacar un álbum para estos mismos muchachos que están enganchados no tanto con el artista, sino con el estilo de música.
Lo que pasa es que nunca quiero hacer lo que todo el mundo está haciendo. Ahí es donde me pierdo, quiero ir a contracorriente. Veo que todo el mundo está en la música urbana, y quiero cantar bolero. Veo que todo el mundo está en el bolero y quiero hacer música urbana. Hasta que uno va despojándose del ego y se enfoca más en el propósito. Si ahora se usa la música urbana, voy a aprovechar que nací en este tiempo y que tengo una comprensión del género. Voy a atacar y sacar mis letras en este contexto.
¿Cómo has vivido el proceso de ser, desde hace varios años, una de las pocas artistas cubanas contemporáneas que ha estado firmada con una major?
Para mí al principio fue importante, pero una vez que lo conoces es bla, bla, blá. ¿Cómo funcionan las compañías disqueras? Una disquera hoy no hace a un artista, una disquera hoy se fija en un artista que está hecho, o que tiene una obra que sabe que va a caminar sola. Porque el mundo de la industria de la música cambió. Si tienes una obra que alcanza a ser buena en general, con la que todo el mundo se conecta, obviamente van a venir todos estos socios colaterales a querer engancharse ahí. Puede ser Universal o una compañía disquera más pequeña.
Cuando viajé a Estados Unidos por primera vez y tuve propuestas de contrato de Universal y Sony, y decidí firmar con Universal, para mí fue la gloria. Sin embargo, ahora me doy cuenta de que ellos no tenían que hacer por mí algo que yo ya no hubiese hecho, que no tenían por qué ofrecerme algo que yo no tuviese en mis manos.
Hoy que tú puedes ser independiente y subir tu música, estar con una disquera es casi casi una vergüenza, desde mi punto de vista. Lo que pasa es que el público, sobre todo, que no sabe cómo funciona la industria de la música, se impresiona cuando hay en el disco de un artista un globo que diga Universal Music y eso le da un valor agregado al artista, como un nombre de importancia. Pero el artista que ya conoce sobre los términos legales de su trabajo, lo puede ver como una pérdida.
Considero que puedo hacer sociedad con otras casas discográficas en el futuro, conociendo los términos de mi trabajo, pero que no es muy importante, porque a la larga ya sé que es una cuestión de inspiración. Me preocupa más la inspiración, por ejemplo, porque cuando uno está inspirado es cuando saca esas obras que son un quilo, que se difunden solas. Yo creo que hoy día la preocupación de un artista, sobre todo un compositor, debe estar en atender sus redes sociales, en conocer el mundo de la música, sobre los royalties y el derecho de autor, y dejar que la música hable por sí sola.
¿Crees que has podido escapar de la sombra de ese hit que es Yo aprendí? A los artistas a veces les sucede eso, que tiene una obra que la gente asume y es como LA obra que identifica y reconoce.
No se puede escapar. Pero he enfocado la cosa de esta manera: siempre es molesto cuando quieres cambiar el repertorio y decirle a la gente “yo tengo otras canciones”. Lo que pasa es que Yo aprendí es una obra que merece no escapar de ella, porque cuando uno se pone a analizar su texto, por mucho que me canse cantarla, me digo que es bueno cantarla. Pero imagino que si hubiese tenido éxito con una obra con un texto que no perdurara en el tiempo, yo cambiaría mi manera de pensar o tendría otra postura. Qué malo para un artista eso, ¿no?
Hoy en la mañana estaba escuchando Comunicación, que es un tema bastante pesimista. ¿Eres pesimista?
La inspiración de ese tema, honestamente, me llegó cuando Amy Winehouse se murió. Como persona que le gusta la música, siempre digo “si yo encontrara un disco que pudiera repetir y repetir”, escuchar algo que te haga decir “guao”. Me pasa con Rosalía, me pasa con Amy. Y obviamente todo ese chisme mediático alrededor suyo, de cómo la molestaban y sus problemas con las drogas, me hacían identificarme, y sufrir por ella.
Cuando se muere hago esta canción que es para los medios de comunicación, que por hacer noticia son capaces de llevar al suicidio a una persona. Porque obviamente, si todas estas situaciones en torno a la artista se hubiesen mantenido con una discreción, quizás las cosas hubiesen sido diferentes. Realmente ella fue la que me inspiró a hacer ese tema. Los medios hicieron que muchos artistas se suicidaran, por las presiones.
Yo hasta cierto punto disfruto que no me conozcan, porque es muy cómodo poder ir con las chancletas que tú quieras, con el pelo como tú quieras, poder estar en mi barrio.
En 2017 protagonizaste un polémico suceso en Viña del Mar, al cambiar la letra de la canción con la que estabas presentándote en el concurso y decir en su lugar un mensaje que muchos calificaron de antiabortista. En la distancia, ¿cómo valoras lo que pasó en Viña?
No soy una persona de hacer escándalos, ni de usar eventos así para llamar la atención. De hecho, yo fui allí y no sabía ni por qué, fue mi manager quien envió la música. Entiendo que en mi vida no tengo que competir con nadie. Para mí, de entrada, era muy raro estar en una competencia. Y más raro todavía que me estuvieran juzgando una letra, decidiendo si era buena, adecuada o no, o mejor que otra, artistas que considero que no están esforzándose mucho por sus letras.
De cierta manera, el artista, con su talento y el trabajo con el que tiene habituado a su público, complace a la audiencia, es como una especie de instrumento ahí. Qué pasa, que de repente sientes la necesidad de usar el arte en un momento específico para decir algo que consideras que necesita la sociedad, aunque eso signifique que te hagan bullying y perder el prestigio que has ido construyendo hasta ese momento. Hasta entonces no había habido ningún tipo de escándalo en mi carrera; era imparcial, no molestaba a nadie, tenía un discurso con el que todo el mundo se sentía bien.
Viña del Mar fue eso: la decisión que tomé en un momento, halada espiritualmente, de decir algo que debía decirse en algún lugar. Y yo entendía perfectamente que las consecuencias eran no solo perder un premio de 30 mil dólares, una Gaviota que todos los artistas quieren tener, sino perder la admiración de los fans leales, los que están interesados en la vida de uno.
A partir de ese momento mucha gente en las redes sociales opinaron que yo estaba loca, y yo sé que loca no estoy porque mi vida tiene orden, no paso por encima de los principios de nadie. Llevo una vida normal, sé mis defectos y virtudes. Mi obra demuestra que no busco hacerle mal a nadie. La gente no tenía razones para opinar que yo estaba loca por pararme en Viña del Mar y decir cosas. Porque, ¿qué dije? En ese mismo escenario donde se estaban parando personas diciendo “vamos a hacer el amor con cuatro, con dos con tres”… ¿dije algo malo?
En los últimos dos años ha habido movimientos como Ni una menos y #MeToo, relacionados con una reivindicación de los derechos de la mujer en muchos niveles. ¿Qué tan conectada te sientes con todo eso?
No me meto en eso. Realmente las personas tienen mucho que arreglar consigo mismas.
Danay Suárez. Foto: Evelyn Sosa.
Te lo pregunto, porque al margen de la respuesta que me des, muchas personas que escuchen tu canción Himno, pueden hacer una lectura de reivindicación feminista.
Dice, “para un hombre que no comprende que nace de una mujer”. Obviamente todos no son así, y de hecho, esa canción habla de la conducta de un hombre y de la posición en que se ponen a veces las mujeres, porque si tú no te respetas, así es como vas a ser tratada. No me parece una mujer más importante que un hombre, ni un hombre que una mujer. Creo en la familia, en la unión de dos personas que se aman, creo que los hombres son valiosos y las mujeres también.
Esa canción nació de la impotencia que me dio al montarme en un almendrón que tenía puesta una canción que decía “te meto to’ este tubo hasta adentro”, una cosa así, totalmente irrespetuosa. Y las otras mujeres que estaban en ese carro —porque éramos todas mujeres— la estaban cantando con tremenda alegría. Entonces después cuando te maltratan, cuando te dan golpes, quieres quejarte. Pero para nada eso es a favor de un movimiento feminista, de hecho me llaman constantemente para ser parte de movimientos que defienden los derechos de la mujer y no me meto en eso, porque creo que los derechos se defienden individualmente. Con tu autoeducación, autovaloración, con el respeto que demuestres a los demás, porque uno recoge lo que siembra y si estás enseñando eso a tus hijos, pues obviamente tus hijos van a crecer así. Como siempre digo, si tú quieres saber el futuro de una sociedad y un país, analiza qué están escuchando sus generaciones.
No tengo nada en contra de género urbano, he trabajado con ellos, con Karol G, con Bad Bunny, con Ricky Martin, hemos hecho super sesiones; son personas excepcionales y luego te llama la atención cómo pueden ser personas excelentes y a la vez cantar estas cosas que son tan malas para la sociedad. Lo cual te dice que puedes trabajar con ellos, trabajar en coautoría con ellos incluso, pero eso no significa que estés de acuerdo con lo que están haciendo ni consideres que sea bueno para la sociedad. Tampoco vas a impedir que la gente lo escuche. Si puedes hacer algo bueno pues hazlo tú, porque no tienes el dominio sobre los demás.
Por esa razón hice este tipo de canción que no estilo hacer. De hecho, ahí saqué todo El Cerro, en esa canción con los que “se ponen en uno, en dos, en tres”.
Antes mencionaste tu experiencia colaborando con gente como Ricky Martin y Mala Rodríguez. ¿Cómo ha sido trabajar como compositora junto a artistas de gran proyección en la escena comercial?
Esto llegó en un momento muy particular. Son personas que he aprendido a querer, a apreciar, a partir de un respeto mutuo. A mi vida han llegado todas estas relaciones con artistas grandes de la música cuando no siento ninguna clase de idolatría hacia ellos, ni los siento como un puente (obviamente siempre consigues algo, porque así es el medio de la música); me permito verlos primero como personas. Si no me conecto con ellos como personas, por más que me beneficie, no podré trabajar.
No hay diferencia de estatus, no veo a las personas porque son muy grandes o muy pequeñas, sino que veo oportunidades donde puedo poner un buen decir en la boca de alguien que tiene mucha visibilidad. Lo veo como una oportunidad de aportar al mundo.
Como compositora, ¿cuáles son las cosas que te inspiran, ya sea en términos de productos culturales o de vivencias?
Soy un filtro. Me tiene que doler algo, lo tengo que sentir, aunque sea una experiencia ajena, tengo que quedar afectada. Y cuando ya tengo una conclusión, eso se convierte entonces en una canción.
Es muy difícil que yo no sienta profundamente lo que escribí. Es muy duro todo el proceso que trae la creación de una obra, es un proceso de vida, no es simplemente sentarte a escribir una canción, aunque, obviamente, componer para otras personas es diferente porque te abstraes, tratas de sentir un poco lo que sienten ellos. Se hace menos desde lo personal y más acudiendo al talento, a ciertas fórmulas.
Por ejemplo, estoy haciendo un programa de investigación musical donde analizo la música cubana por épocas, y trato de componer como si fuese un compositor que vivió en un momento específico. Me pongo a analizar la personalidad de gente como Olga Guillot y Benny Moré, luego escribo todas las palabras que repiten en sus canciones, con qué se identificaban, qué tipo de palabras no pondrían en su boca, cuales sí. Me siento como un autor dentro de ese canon y me digo “si yo fuera a componer una canción para el Benny, esta sería la composición y esta sería la música”. Así he sacado rumba y boleros como Sutil intención, que ya está publicado en Internet y fue grabado con una jazz band. Cualquier persona que lo escuche va a pensar “y dónde estaba esa canción que nadie la cantó”, porque no va a detectar que es una canción de estos tiempos.
Esa es otra manera de componer; obviamente es un trabajo muy ambicioso donde muestro una faceta que me permite a mí comprender mucho más lo que no comprendía al inicio: el trabajo de artistas excelentes que hacen cosas con las que no me siento identificada como cantante, pero sí con el valor que tienen. Es un ejercicio que hago como compositora, no significa que lo incorpore a mi puesta en escena. De hecho, este bolero lo interpreté yo, pero los otros géneros que se están haciendo en la investigación no tienen que ser cantados por mí, porque al final no es un álbum para mí, sino una producción discográfica de investigación.
Recientemente me topé con unas canciones (Carcajada brutal, La razón del equilibrio) que forman parte de un EP que no conocía. ¿Es algo que nació en el 2019, o viene de antes?
Está hecho entre 2009 y 2010. Nunca saqué estas canciones porque si sacaba otro disco de rap después de Polvo de la humedad, iba a quedar para el mercado como la rapera cubana y eso me iba a encasillar. Y si fuera así, está bien, pero eso me iba a apartar mucho de otros escenarios, de la world music, de festivales de jazz, de otras facetas que podía tener dentro de mi trabajo.
Por eso con Universal lancé un disco como Palabras manuales, donde saco otros colores, un poco más de world music, jazz, reggae, hip hop, canción, balada, abriendo la puerta un poco. Y luego de un tiempo sin sacar nada me dije “bueno, voy a sacar estas canciones”.
Me llamó la atención que uno de los temas fue seleccionado como parte de la banda sonora del FIFA 20. Estuve leyendo comentarios en el canal de YouTube de personas que empiezan a conocer tu trabajo a raíz de los videojuegos.
Te refieres a La razón del equilibrio, pero de ese disco también fue incluido otro tema, Viaje en dos, en el videojuego Need For Speed.
La FIFA es universal, se nota que están llegando a mi página usuarios nuevos, que hablan en ruso, en árabe. Y me da emoción cuando un cubano tiene el juego y me dice “Danay en la FIFA”. Todavía no despierto a la repercusión real que tiene, porque no he visto el juego, no lo he jugado.
¿Dónde estás tú, musicalmente hablando, desde lo que fueron las primeras grabaciones en Havana Cultura hasta hoy?
No soy una fórmula, y como no soy una fórmula, no puedo predecir hacia dónde voy. Tengo que sentir lo que hago, ahora estoy con mi carrera en una etapa empresarial, no estoy inspirada en estos momentos.
A veces es preferible hacer un silencio…
Estoy en un silencio rotundo. Quiero revisar todo mi trabajo desde el punto de vista empresarial, dar los próximos pasos en firme. Ahora mismo tengo listo un disco con una sonoridad más de jazz y soul, solamente tengo que pensar en qué momento lo quiero sacar, si con una disquera o independiente. Estoy disfrutando mucho ser independiente, recién el año pasado concluí con Universal.
Danay Suárez. Foto: Evelyn Sosa.
Y sí, me duele como artista no estar inspirada. Creo que no lo estoy porque necesito pasar a otro nivel de mí misma. Y como no he pasado ese nivel, o quizás si lo he pasado todavía no sé cómo expresarlo, estoy bajo los efectos de Dios y la naturaleza. Pero estoy tranquila, tengo algunas buenas canciones en mi repertorio, obras con las que siempre voy a poder trabajar y defender, esperando ese momento de alumbramiento para poder seguir adelante.
Quizás empiece a trabajar con una productora en Cuba, para ir promoviendo mi nombre artístico acá. Para mí las cosas que he hecho son viejas, pero va y a la gente le parecen nuevas, como mismo pasó con la FIFA, que ahora es que la gente está conociendo esos temas.
Estás anunciada para cerrar el HWM, corrígeme pero probablemente sea la experiencia más masiva que tendrás hasta ahora con el público cubano.
Como artista solista, porque estuve en Paz sin Fronteras con X Alfonso, aunque fue una aparición fugaz.
Bueno, la primera vez como Danay Suárez, en todo su esplendor. ¿Cómo estás pensando eso, tienes alguna expectativa, crees que vas a conectar o no? Dices que no eres tan conocida, pero no eres precisamente desconocida para, al menos, un grupo de seguidores que conocen tu música. Además de que el festival tiene una magia linda.
Voy a hacer un concierto con una sonoridad fuerte. Estoy preparándolo ya, hablaré sobre cosas puntuales, aprovecharé ese tiempo para que las personas sientan que valió la pena haber ido. Me voy a entregar al público y obviamente no voy a pasar por alto que es súper especial la invitación de Eme, por muchas razones. En Cuba las personas nunca tienen la oportunidad de verme, y quiero dejarles claro cuál es mi trabajo.