Puerto Príncipe, 11 de noviembre de 2024 – La decisión de la República Dominicana de deportar hasta 10,000 haitianos indocumentados por semana ha agudizado las tensiones en la frontera y dejado en la incertidumbre a miles de haitianos que, ante la crisis en su país, buscan subsistir en el vecino estado caribeño. En una situación de alta fragilidad, muchos de estos migrantes trabajan en sectores como la construcción, agricultura o comercio informal, contribuyendo a la economía local mientras lidian con un ambiente de creciente hostilidad y detenciones masivas.
El impacto de esta política se hace evidente en el centro de recepción de migrantes en Haina, donde la agencia EFE observó este lunes seis camiones llenos de migrantes haitianos detenidos en operativos masivos el fin de semana. Allí, los migrantes son procesados antes de su traslado a la frontera, mientras familiares angustiados esperan por alguna noticia. Como en el caso de Elizabeth, cuyo esposo, detenido en La Romana pese a estar documentado, aún no ha sido liberado. “Lo detuvieron como a un animal y no le dieron tiempo de mostrar su cédula”, afirmó la mujer, quien confía en su liberación.
Historias de separación y desinformación
Los casos como el de Elizabeth no son aislados. Enite, madre de un joven de 21 años detenido cuando regresaban de vender en un mercado, lleva más de un día buscando respuestas. Su hijo nació en República Dominicana y nunca ha pisado Haití, pero fue detenido a pesar de tener documentos en trámite. “Nadie me informa de su situación”, denuncia Enite, mientras sostiene los papeles que los agentes de migración le solicitaron, en vano, para liberar a su hijo.
Las detenciones y deportaciones masivas han llevado a la ministra de Exteriores haitiana, Dominique Dupuy, a denunciar estas políticas como una “afrenta a la dignidad humana”. Dupuy ha calificado las redadas como “brutales” y contrarias a las normas internacionales en derechos humanos, además de afirmar que el Gobierno haitiano está trabajando para recibir dignamente a los deportados.
La postura de República Dominicana y la presión migratoria
Desde el lado dominicano, el Gobierno mantiene que el operativo busca mitigar la presión que la inestabilidad de Haití ejerce sobre los servicios básicos de República Dominicana. El presidente Luis Abinader ha defendido la medida afirmando que la crisis en Haití afecta directamente a la seguridad, así como a los sistemas de salud y educación de su país, donde más de medio millón de haitianos, según cifras locales, residen actualmente. La Dirección General de Migración indica que solo en el primer semestre de este año se deportó a 67,844 extranjeros, de los cuales 66,227 eran haitianos.
La decisión de intensificar las deportaciones se da en un contexto de presión internacional para abordar la crisis en Haití. Aunque una Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad en Haití, liderada por Kenia, fue respaldada por la comunidad internacional, los resultados han sido limitados hasta ahora, lo que ha provocado que Dominicana continúe con las repatriaciones, argumentando que el proceso de estabilización avanza con lentitud.
Crisis humanitaria en Haití y respuesta internacional
Mientras tanto, en Haití, la situación continúa deteriorándose a medida que la violencia de las bandas armadas y la pobreza extrema forzan a miles de personas a huir en busca de estabilidad y seguridad. De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en lo que va del año, más de 86,000 haitianos han sido “devueltos a la fuerza” a su país desde naciones vecinas. La cifra se suma a los 216,000 deportados en 2023, lo que resalta la magnitud de la crisis migratoria en la región.
El endurecimiento de las políticas de migración y los retornos forzosos plantean una interrogante ética y política sobre los derechos de los migrantes y la capacidad de Haití de absorber a miles de deportados cada semana. Aunque República Dominicana insiste en que sus operaciones cumplen con los derechos humanos, las voces críticas siguen alzándose, alertando sobre el impacto humano y la falta de alternativas para los haitianos en medio de una crisis sin precedentes.
Este complejo panorama deja ver una crisis migratoria que requiere de una respuesta coordinada y efectiva en la que ambos países, con el apoyo de la comunidad internacional, puedan abordar las raíces de esta situación que no solo afecta a los migrantes, sino también a las relaciones bilaterales en el Caribe.