Una historia notable está teniendo lugar en Florida y los principales medios de comunicación se la han perdido. Se trata de la recuperación política de la comunidad cubanoamericana en su lucha de décadas para liberar a Cuba de una brutal dictadura comunista.
Hace apenas tres años, parecía que el régimen comunista cubano había flanqueado finalmente a las fuerzas de libertad dentro de Cuba y en los enclaves cubanoamericanos en los Estados Unidos.
En diciembre de 2014, Raúl Castro y Barack Obama Anunciado La normalización de las relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos y el régimen comunista de Cuba.
La administración de Obama iniciado un proceso unilateral de política y economía concesiones. La administración y el Congreso hicieron serios esfuerzos para derogar el Ley de libertad cubana, que coloca a la democracia y los derechos humanos en la cima de las relaciones de Estados Unidos con la isla. Lamentablemente, incluso algunos empresarios prominentes de la comunidad cubanoamericana de Miami habían respaldado estos cuestionables esfuerzos.
Los medios de comunicación en los Estados Unidos habían comprado la narrativa de un supuesto reformista Raúl Castro como un gobernante legítimo que estaba dispuesto a entregar el poder y revelar una nueva constitución. Los múltiples crímenes contra la humanidad del régimen y su persistente represión fueron descartados como inconvenientes. Parecía que la resistencia cubana finalmente había sido derrotada.
Hoy, el régimen comunista cubano, ahora privado de su fundador faraónico y máximo líder, está acosado por sanciones económicas que han afectado sus principales fuentes de ingresos y por el creciente descontento interno, que no muestra signos de disminuir. El turismo de cruceros desde los EE. UU. A la isla tiene terminó, y muchas de cuyas propiedades fueron confiscadas ilegalmente por el régimen ahora pueden demandar terceros explotadores de estas propiedades en los tribunales de EE. UU.
Raúl Castro y su prole han sido designada como graves violadores de los derechos humanos y sancionados por el gobierno de los EE. UU. como legislaturas en al menos tres países latinoamericanos están considerando hoy la posibilidad sin precedentes de enjuiciar al régimen de Castro por sus crímenes contra la humanidad. Esta iniciativa también ha sido apoyada por la Organización de Estados Americanos (OEA) y Centrist International, una de las redes de partidos políticos más grandes del mundo.
¿Que paso despues?
El régimen de Castro continuó siendo lo que es, y los cubanos libres no se rindieron.
En diciembre de 2014, la política oficial de los Estados Unidos hacia la isla fue reemplazado por una agenda económica confusa y ambigua que relegó los temas de derechos humanos y democracia. El régimen nunca tuvo ningún interés en dar un paso sustancial hacia Estados Unidos. En cambio, el régimen totalitario de Cuba atacó e hirió a diplomáticos estadounidenses con lo que parece ser microonda armas, profundizó y consolidó su control sobre Venezuela e intensificó su represión interna.
En lugar de ver en los EE. UU. Abrir una posibilidad de transformaciones internas y externas sustanciales de sus sistemas, abriendo la isla política y económicamente a sus propios ciudadanos, el régimen de Castro aumentó y prolongó los controles políticos y culturales. En Estados Unidos, se abrió una oportunidad para prolongar su control monolítico del poder y no el momento para comenzar la reconciliación nacional y la reconstrucción democrática.
Consciente de la naturaleza de la bestia, la comunidad cubanoamericana se unió en una amplia coalición que, desde el Congreso de los Estados Unidos hasta las calles de Miami, movilizó a ciudadanos, legisladores y líderes políticos locales, nacionales e internacionales.
Legisladores cubanoamericanos capaces impidieron que el Congreso derogara la Ley de Libertad Cubana. La Asamblea de la Resistencia cubana, una amplia coalición de organizaciones de libertad cubanoamericanas dentro de Cuba y en los Estados Unidos, movilizó persistentemente a la comunidad.
A través de peticiones, protestas y manifestaciones, la comunidad se unió en defensa de sanciones significativas contra la dictadura de Castro. En lo que los observadores pensaron que era un movimiento contra viento y marea, activistas comprometidos se centraron en poner fin al turismo de cruceros a la isla y a favor de la plena implementación del Título III de la Ley de Libertad Cubana, que permite a los propietarios legítimos de propiedades confiscadas en la isla demandar a terceros explotadores en los tribunales de los Estados Unidos. La continua resistencia valiente dentro de Cuba y la difícil situación de los presos políticos inspiraron estos esfuerzos.
Los eventos públicos continuos y diversos demostraron números e intensidad suficientes que mostraron que el voto central cubano-estadounidense se oponía a la política de Obama hacia Cuba.
Las organizaciones cívicas, que constituyen el núcleo de la comunidad, soportado la Asociación de Veteranos de la Bahía de Cochinos en su respaldo a Donald Trump como el candidato con la propuesta de política más coherente hacia Cuba. El voto masivo de la diáspora cubana a Trump, que fue clave para su victoria en Florida, fue en muchos sentidos un plebiscito sobre la política de Obama hacia Cuba.
Cegados por la ideología, hechos por encargo para encuestas de boutique y el giro de los principales medios de comunicación, la mayoría de las campañas presidenciales perdieron el punto en 2016: la causa de la libertad de Cuba no desaparecerá hasta que se logre.
Es una lucha intergeneracional que ha continuado sin cesar durante 60 años. El rechazo del régimen de Castro es profundo y resuelto para la mayoría de la población cubana dentro y fuera de la isla.
Sobre todo, es un grave error político subestimar el nivel de convicción de la diáspora cubana. Constituye un compromiso intergeneracional imbricado con la identidad de la comunidad. No se marchitará ni se diluirá mientras persistan las condiciones represivas que causaron la separación de miles de familias cubanas de su tierra natal.
El Dr. Orlando Gutiérrez-Boronat es escritor, educador, cofundador y portavoz de la Dirección Democrática Cubana (Directorio).