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¿Qué ha sucedido con las excarcelaciones de presos políticos?

LA HABANA, Cuba. – Desesperación, estrés, agonía, angustia y terror psicológico. Con esas palabras, varios familiares de presos políticos describieron los días que vivieron tras el anuncio del régimen cubano, el 14 de enero, de la excarcelación de 553 personas privadas de libertad. 

Aunque La Habana refirió que se trataba de una promesa al Vaticano como parte de sus “estrechas y fluidas relaciones”, las excarcelaciones de presos políticos del 11 de julio de 2021 (11J) comenzaron pocas horas después que el entonces presidente de Estados Unidos, Joe Biden, sacara a la Isla de la lista de países patrocinadores del terrorismo. 

“Nos dio una alegría inmensa porque vimos la posibilidad de tener devuelta a nuestra hija en casa”, declaró a este diario Annia Zamora, madre de la presa política e integrante de las Damas de Blanco Sissi Abascal Zamora, condenada a seis años de privación de libertad en la provincia de Matanzas.

“Luego vinieron días terribles”, continúa relatando. “Nos la pasábamos pendientes a las noticias y pegados al teléfono en espera de una llamada que nunca llegó. Fueron días de un terror psicológico muy grande para todas las familias de los presos políticos. Estar pendiente a una llamada telefónica, en la que te avisen que puedes ir a buscar a la prisión a tu hijo o familiar, ha sido cruel e inhumano”.

Desde Holguín, Mailín Rodríguez Sánchez, esposa de Yosvany Rosell García Caso, manifestante del 11J condenado a 15 años de cárcel, refiere que fue muy “agobiante”, sobre todo para sus tres hijos menores de edad. 

“Ellos todos los días decían que papá vendría pronto para la casa. Estuvimos días sin poder dormir, ansiosos por que sonara el teléfono y nos dieran la buena noticia”, expresó. 

Por su parte, Meibel Gelín, madre de José Alejandro Rodríguez Gelín, joven de 25 años de edad que cumple una condena de cinco años de prisión tras el 11J, asegura que también tuvo la esperanza de tener a su hijo de vuelta en casa, pese que a este le quedan pocos meses por extinguir su sanción. 

“Mi familia y yo vivimos varios días de tortura psicológica, fueron días de desesperación, de angustia; días de esperar una llamada que nunca llegó, no dormíamos porque sabíamos que a algunos familiares los habían llamado tarde en la noche. Me alegro mucho por todo el que pudo salir porque nunca debieron estar presos. Pero lo que vivió mi familia no tiene nombre, porque fue de un estrés tremendo, porque pensábamos en nosotros pero también en cómo se estaría sintiendo él, aunque él sea fuerte, esto podría afectar su salud mental”, afirmó la madre.

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