El fiscal especial Jack Smith anunció este lunes la decisión de retirar los cargos federales contra el presidente electo Donald Trump relacionados con las elecciones de 2020. A pesar de declarar que las pruebas son “sólidas” y reafirmar que “nadie está por encima de la ley”, la acción de Smith confirma lo que muchos críticos han señalado durante meses: este caso no era más que una cacería de brujas política destinada a debilitar al principal rival de la izquierda en las elecciones presidenciales.
La decisión de Smith llega después de que la Corte Suprema, en una decisión histórica de 6-3 en julio, dictaminara que un presidente goza de “inmunidad absoluta” para acciones realizadas dentro de su autoridad constitucional. Aunque Smith intentó mantener el caso vivo con una acusación sustitutiva, la verdad quedó al descubierto: el caso era débil desde el principio, diseñado no para buscar justicia, sino para interferir en la política electoral.
El Sistema Judicial como Arma Política
Smith justificó la retirada de los cargos citando opiniones previas de la Oficina de Asesoría Legal (OLC) que prohíben enjuiciar a un presidente en funciones. Sin embargo, también dejó claro que la decisión no tiene nada que ver con la validez de las pruebas, las cuales, según él, el Gobierno respalda completamente. En lugar de eso, argumentó que continuar con el caso podría obstaculizar la capacidad de Trump para liderar como presidente.
Esta declaración pone de manifiesto la naturaleza política del caso desde su inicio. Si las pruebas eran tan sólidas como Smith afirma, ¿por qué no proceder? La respuesta es clara: el caso no se trataba de justicia, sino de utilizar los recursos del Departamento de Justicia para perseguir a un adversario político, una estrategia que ha caracterizado a los sectores más radicales de la izquierda en los últimos años.
Una Victoria para el Estado de Derecho
El equipo de transición de Trump-Vance celebró la decisión como una victoria para la justicia y la democracia. Steven Cheung, director de comunicaciones de Trump, declaró:
“La decisión de hoy del Departamento de Justicia pone fin a los casos federales inconstitucionales contra el presidente Trump y es una gran victoria para el Estado de derecho. El pueblo estadounidense y el presidente Trump quieren poner fin de inmediato al uso de nuestro sistema de justicia como arma política y esperamos unir a nuestro país”.
Otros Casos Desmoronándose
La retirada de los cargos por parte de Smith no es el único indicio de que los intentos legales contra Trump han sido una farsa política. Alvin Bragg, fiscal de distrito de Manhattan, también decidió esta semana retrasar indefinidamente el caso contra Trump relacionado con los pagos a su exabogado Michael Cohen y a la actriz Stormy Daniels.
Bragg había alegado que los pagos a Cohen, clasificados como legales, deberían haberse registrado como gastos de campaña, argumentando que tenían la intención de influir en las elecciones de 2016. Sin embargo, el propio Cohen testificó que Trump estaba preocupado por el impacto de las acusaciones en su familia, mucho antes de que surgieran en el contexto electoral.
La Izquierda Admite la Derrota
Con cada caso desmoronándose, queda claro que los esfuerzos legales para detener a Trump no eran más que una estrategia para desgastar su candidatura. Smith y Bragg, al igual que otros actores en este proceso, han demostrado que la izquierda estaba dispuesta a cruzar cualquier límite ético o judicial con tal de detener a Trump.
Esta cacería de brujas ha fracasado, y el pueblo estadounidense lo sabe. Ahora, el presidente electo Trump asume el liderazgo con una victoria no solo en las urnas, sino también en la arena judicial, marcando el comienzo de un nuevo capítulo para un país que busca restaurar la fe en su sistema judicial y político.
Un Llamado a la Unidad Nacional
El retiro de estos casos debe servir como una lección para el futuro. Usar el sistema judicial como arma política no solo socava la confianza en las instituciones democráticas, sino que también divide aún más a la nación. Con Trump a punto de asumir el cargo, los estadounidenses esperan un gobierno que restaure el estado de derecho y busque la unidad en lugar de la división.
El tiempo dirá si las lecciones fueron aprendidas, pero por ahora, el presidente electo Donald Trump emerge como el claro vencedor en una batalla que nunca debió haber ocurrido.